El sábado 02 de setiembre, el Instituto Nacional Materno Perinatal colocó en hipotermia al primer paciente en nuestro país gracias a la donación de un equipo denominado Criticool; se trata de un recién nacido varón hijo de una mujer de 29 años que presentó fiebre, ruptura prematura de membranas y bradicardia fetal.
El bebé nació por cesárea a las 37 semanas de gestación con 3250gr y puntaje de Apgar al primer minuto en 1 y a los cinco minutos en 4, por lo que requirió reanimación cardiopulmonar y presentó un cuadro de asfixia o encefalopatía hipóxico isquémico e ingresó a la Unidad de Cuidados Intensivos donde un equipo de Neonatólogos y la Neuróloga Pediatra iniciaron la terapia de hipotermia, así como el protocolo de atención para pacientes con estas características.
Especialistas del INMP indicaron que este es un síndrome producido por la falta de oxìgeno antes o durante el nacimiento del bebé y puede producir daño cerebral y de otros órganos en el recién nacido, muchas veces estos eventos son generados por enfermedades maternas como preeclampsia, trastornos hipertensivos del embarazo, hemorragias del tercer trimestre, infecciones maternas entre otras.
Este equipo, único en el país, fue donado a nuestra institución gracias a las coordinaciones de la Oficina General de Cooperación Técnica Internacional del Minsa y la Oficina de Cooperación Científica Internacional del INMP, con la finalidad de brindar una terapia de vanguardia considerada como la más efectiva y segura para pacientes con diagnóstico de asfixia al nacer.
Mediante este equipo se realiza el tratamiento dentro de las primeras seis horas de vida del bebé y siguiendo procedimientos en tres fases: enfriamiento controlado, mantenimiento y recalentamiento lo que permite la regulación y control automáticos de la temperatura con lo cual se logrará prevenir complicaciones durante esta delicada fase.
Los especialistas señalaron que este tipo de casos se presentan con una frecuencia de 1.5 por mil recién nacidos vivos en los países desarrollados, mientras que en países en desarrollo puede variar de 2,3 a 26,5 por mil recién nacidos vivos; situación que puede generar daño para toda la vida e inclusive la muerte.